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(1) Mosquitos-grats. (2) Machuchos-wise. (3) Zumbido-humming noise. (4) Catador-a judge of wine. (5) Taco a glass. (6) Dios Baco-God Bacchus. (7) Tinaja-a large jar. (8) Mostos-sweet wines.

FABULA (DE YRIARTE).

LA VIBORA Y LA SANGUIJUELA.

AUNQUE las dos picamos, (dixo un dia
La Víbora á la simple Sanguijuela)
De tu boca reparo que se fia
El hombre, y de la mia se rezela.

La Chupona responde: Ya querida;
Mas no picamos de la misma suerte:
Yo, si pico á un enfermo, le doy vida:
Tú, picando al mas sano, le das muerte.

Vaya ahora de paso una advertencia;
Muchos censuran, sí, Lector benigno;
Pero á fe que hay bastante diferencia
De un Censor útil á un Censor maligno.

DESCRIPCION DE LA ESPANTABLE AVENTURA DE LOS
MOLINOS DE VIENTO.

Ex esto se descubrieron treinta ó quarenta molinos de veinto que hay en aquel campo: y así como Don Quixote los vió, dixo á su escudero: la ventura va guiando nuestras cosas mejor de lo que acertáramos á desear. Porque vés allí, amigo Sancho Panza, donde se descubren treinta ó poco mas desaforados gigantes, con quien peinso hacer batalla, y quitarles á todos las vidas, con cuyos despojos comenzaremos á enriquecer: que esta es buena guerra, y es gran servicio de Dios quitar tan mala simiente de sobre la faz de la tierra.

Que gigantes? Dixo Sancho Panza. Aquellos que allí vés, respondió su amo, de los brazos largos, que los suelen tener algunos de casi dos leguas.

Mire vuestra merced, respondió Sancho, que aquellos que allí se parecen no son gigantes, sino molinos de viento, y lo que en ellos parecen brazos, son las aspas, que bolteadas del veinto, hacen andar la piedra del molino.

Bien parece, respondió Don Quixote, que no estás cursado en esto de las aventuras: estos son gigantes, y si tienes miedo

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quítate de ahí, y ponte en oracion en el espacio que yo voy á entrar con ellos en fiera y desigual batalla.

Diciendo esto, dió de espuelas á su cavallo Rozinante, sin atender á las voces que su escudero Sancho le daba, advirtiendole que sin duda alguna eran molinos de viento, y no gigantes aquellos que iba á acometer.

Pero él iba tan puesto en que eran gigantes, que ni oía las voces de su escudero Sancho, ni echaba de ver, aunque estaba yá bien cerca, lo que eran; antes iba diciendo en voces altas : Non fuyades cobardes y viles criaturas, que un solo caballero es él que os acomete.

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Levantóse en esto un poco de viento, y las grandes aspas comenzaron á moverse; lo qual visto por Don Quixote, dixo ; pues aunque movais mas brazos que los del gigante Briareo, me lo habeis de pagar.

En diciendo esto, y encomendandose de todo corazon á su señora Dulcinea, pidiendole que en tal trance le socorriese, bien cubierto de su rodela, con la lanza en el ristre, arremetió á todo el galope de Rozinante, y embistió con el primero molino que estaba delante; y dandole una lanzada ́en el aspa, la bolvió el viento con tanta furia, que hizo la lanza pedazos, llevandose tras sí al cavallo y al caballero, que fué rodando muy mal trecho por el campo.

Acudió Sancho Panza á socorrerle á todo el correr de su asno; y quando llegó, halló que no se podia menear, tal fué el golpe que dió con él Rozinante.

Válame Dios, dixo Sancho, no le dixe yo á vuestra merced que mirase bien lo que hacía, que no eran sino molinos de viento? Y no lo podía ignorar, sino quien llevase otros tales en la cabeza.

Calla, amigo Sancho, respondió Don Quixote, que las cosas de la guerra mas que otras están sujetas á continua mudanza: quanto mas que yo pienso, y es así verdad, que aquel sabio Freston que me robó el aposento, y los libros, ha vuelto estos gigantes en molinos, por quitarme la gloria de su vencimiento; tal es la enemistad que me tiene: mas al cabo han de poder poco sus malas artes contra la bondad de mi espada.

Dios lo haga como puede, respondió Sancho Panza, y ayudandole á levantar, tornó á subir sobre Rozinante que medio despaldado estaba; y hablando en la pasada aventura, siguieron el camino del puerto Lapice, porque allí, decia Don Quixote, que no era posible dexar de hallarse muchas y diversas aventuras, por ser lugar muy pasagero, síno que iba muy pesaroso por haberle faltado la lanza; y diciendoselo á su escudero, le dixo:

Yo me acuerdo haber leído que un caballero Español, llamado Diego Perez de Vargas, habiendosele en una batalla roto la espada, desgajó de una enzina un pesado ramo ó tronco, y con él hizo tales cosas aquel dia, y machacó tantos Moros, que le quedó por sobrenombre Machucha, y asi él como sus descen

dientes se llamaron desde aquel dia en adelante Vargas y Machucha: Hete dicho esto, porque de la primera enzina o roble que se me depare, pienso desgajar otro tronco, tal y tan bueno como aquél que me imagino; y pienso hacer con él tales hazañas, que tu te tengas por bien afortunado de haber merecido venir á verlas, y á ser testigo de cosas que á penas podran ser creídas.

A la mano de Dios, dixo Sancho, yo lo creo todo así, como vestra merced lo dice; pero enderecese un poco, que parece que vá de medio lado, y debe de ser del molimiento de la caída.

Asi es la verdad, respondió Don Quixote, y si no me quejo del dolor, es porque no es dado á los caballeros andantes quejarse de herida alguna, aunque se le salgan las tripas por ella.

Si eso es así, no tengo yo que replicar, respondió Sancho; pero sabe Dios si yo me holgara que vuestra merced se quejara quando alguna cosa le doliera. De mi sé dezir, que me he de quejar del mas pequeño dolor que tenga, si ya no se entiende tambien con los escuderos de los caballeros andantes eso del no quejarse.

No se dexó de reír Don Quixote de la simplicidad de su escudero, y así le declaró que podía muy bien quejarse como y quando quisiese, sin gana ó con ella, que hasta entonces no había leído cosa en contrario en la orden de cavalleria.

Dixole Sancho, que mirase que era hora de comer.-Respondióle su amo, que por entonces no le hacía menester; que comiese él quando se le antojase.

Con esta licencia se acomodó Sancho lo mejor que pudo sobre su jumento, y sacando de las alforjas lo que en ellas havia puesto, iba caminando y comiendo detrás de su amo muy despacio, y de quando en quando empinaba la bota con tanto gusto, que le pudiera envidiar el mas regalado bodegonero de Malaga: y entanto que él iba de aquella manera menudeando tragos, no se le acordaba de ninguna promesa que su amo le hubiese hecho, ni tenía por ningun trabajo, sino por mucho descanso, andar buscando las aventuras por peligrosas que fuesen.

Don Quixote, por CERVANTES,
Cap. 8, Parte I.

CARTA DEL PADRE ISLA A' SU HERMANA.

HIJA Hermana, y señora mia: Acabo de recibir tu carta de 20 del pasado: Dios sabe quanto me consoló, y el alivio que experimento en todos mis molestos, y habituales trabajos, siempre que la Providencia del Señor, y tu fraternal amor me proporcionan este indecible consuelo. Si tal vez me he quejado con alguna amargura de que me le hagas desear tanto, no es cierto porque dude de tu fineza, sino porque un amor vehemente es

poco sufrido; sus quejas, quanto mas injustas, son mas estimables, no por lo que suenan, sino por lo que significan. Perdóname y ámame, bien persuadida á que, no pocas veces las qué parecen ofensas del oido, son lisonjas del corazon. Las personas que aquí me tratan con alguna confianza saben, como ya te lo dí á entender, que mis incomodidades se aumentan, ó se disminuyen, segun la mayor ó menor freqüencia de tus cartas, tanto que me tienen prevenido las avise prontamente, siempre que las recibo. Basta esto para que infieras quanto las deseo, quanto las aprecio y el mucho bien que me hacen. Por fin no puedo ménos de decirte, que estoy muy poco agradecido á los que me acortan mi conversacion, quando yo no les estorbo las suyas; y si en las antesalas de España se estiláran suizos con sable en nano, como en las de Francia, los dias de correo pondria yo un par de ellos en la tuya, para que á nadie diésen entrada, hasta que hubieras repartido mi racion.

Como quiera pues, siempre que me escribas poco, por divertirte mucho, lo llevaré con resignacion, porqué eso de llevarlo con alegria, sería demasiada perfeccion para quien tanto te quiere. Adios hija mia; dí en casa lo que quisieres, manda lo que gustares, y vive tanto, como lo desea-Tu hermano.

CARTA DEL MISMO A' UN AMIGO SUYO.

QUERIDO amigo: Que sobre-humana fuerza es esta! Que alma ha jamas sido capaz de tan heroycas acciones! Temes, te persuades que estoy necesitado y quieres partir conmigo lo poco que te queda! Mereces que te erijan estatuas: y si fuera este el tiempo de la gentilidad, te adorarian como á Dios de la amistad. Yo no puedo explicarte mi reconocimiento á la piedad que usas conmigo. Es cosa deplorable el verse en estado de necesitarla: pero, ¡ Quan dulce y consolante es encontrar almas tan tiernas, y tan grandes, como la tuya, que lo compadezcan! Todos mis infortunios, todos mis males son nada, en comparacion de la satisfacción que me causa tu humanidad, y afecto. Y quieres condenar mi gratitud al silencio! Ya sé, amigo, sí, ya sé que tu corazon exercita su beneficencia, no para recibir el lisonjero tributo del reconocimiento, sino para satisfacer su noble inclinacion. Pero, ¿Como quieres que dexe de ser reconocido à tan singulares beneficios, como recibo de tu generosa amistad? Eso no puede ser, amigo; con que permitirás que, obedeciendo á la voz imperiosa de mi corazon, te diga que mi gratitud será indeleble, y que mi afecto para tí tendrá un siempre por termino de su duracion.

Enviame solo la mitad de lo que me ofreces, y sobrará para hacer de muy pobre, muý rico á— -Tu fino amigo.

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